La teoría nos dice que hay que aprovechar cada momento como si fuera el último, pues lo más preciado que tenemos es el tiempo.
¿Que debemos de hacer entonces?
Siempre nos persiguen nuestras obligaciones, nuestros compromisos, nuestros horarios, vivimos ligados íntimamente al reloj.
Os imagináis tener un poder sobrenatural que nos diera la capacidad de parar esos momentos que nos hacen tremendamente felices, los cuales en nuestros periodos de reflexión aparecen y nos provocan una inmensa sonrisa, seria INCREÍBLE.
En el mundo real eso solo es una utopía, pero si que podemos hacer algo, decidir, decidir en que queremos emplear nuestro tiempo, ese que no vamos a recuperar y que al dedicarlo , tenemos que ser conscientes de que las personas que lo reciban deben de ser dignos de el.
Al principio es normal equivocarse, pero gracias a ello vamos aprendiendo, adquiriendo la madurez necesaria para que nos afecte lo mínimo y podamos seguir mirando hacia adelante, buscando crecer, autorrealizarnos como explica Maslow en su pirámide de necesidades, ser los propios protagonistas de nuestra vida y lograr la meta que todo ser humano busca, esa a la que llamamos “Felicidad”.