Imagina que te despiertas una mañana y justo en la puerta de tu casa, encuentras un pequeño tigre, rugiendo y totalmente solo.
Como es obvio, lo metes al interior de tu casa, lo alimentas, juegas con el, e incluso le proporcionas cuidados.
Pasa el tiempo, y el tigre, gracias a ti y a tú dedicación se vuelve más y más grande, pero empiezas a notar, que lo que eran pequeños restos de comidas que servían para alimentarlo, ahora son grandes trozos de carne roja que el animal reclama varias veces al día.
La pequeña mascota que acogiste en el pasado, ahora es un tigre feroz y totalmente descontrolado.
Si aplicamos esto, a nuestra vida personal podemos observar como en nuestra propia vida existen tigres, la ansiedad, la preocupación, el miedo..
Cuanto más nos esforzamos en luchar contra ellos e intentar controlarlos, más se refuerzan y más grandes se vuelven.
¿Qué hacemos entonces?
La respuesta es simple, aunque soy consciente de que es difícil de aplicar, hay que aprender a vivir con ellos, aceptándolos, ignorándolos o intentando modificar aquello que los desencadena, solo así nos dejarán en paz.